martes, 22 de julio de 2008

engendra la pasión y ejerce la opresión

... los fenómenos de atracción erótica y los de tensión agresiva anidan en la captación de opera la imago en el sujeto.

Lo visible se anuda a lo invisible, el objeto aparece bajo el signo de la ausencia... en lo real nada falta, la ausencia sólo puede ser simbólica.

El dolor es un tema recurrente para todos aquellos artistas que usan su propio cuerpo como soporte o elemento artístico. Intentan mostrar algo que el ojo no puede ver. El dolor en sí mismo, sin metáfora, como una somatización de la acción sobre el cuerpo.

Chris Burden se ha hecho colgar, disparar, encerrar, crucificar. Vito Acconci se ha mordido, golpeado, quemado en búsqueda de una reflexión sobre los límites corporales. Ulya y Marina Abramovic se ha abofeteado, quemado, cortado, quitado trozos de piel para trasladarlos a otros lugares con el fin de tomar conciencia del cuerpo y de la violencia. La lista es larga...

Aunque cada uno de estos artistas tienen motivaciones diferentes, ninguno ha podido prescindir del espacio fingido de la escena, por muy explícito y escandaloso que se proponga, el arte depende de la estructura del lenguaje, de la implementación y diseño de los temas, del SIMULACRO.

El sujeto hipermoderno, condenado a la soledad, sin conseguir alojarse en un discurso que le suministre un orden verdadero con el que nombrar lo real, carga sobre sus espaldas con el sentimiento de culpabilidad por su impotencia, sus incapacidades, su fracaso para dominarlo...

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