martes, 22 de julio de 2008

MATTHEW BARNEY THE CREMASTER






El título "Cremaster" refiere a un grupo de músculos que erigen el sistema reproductivo masculino en respuesta a estímulos externos. Sin embargo, este link hacia la potencia sexual y diferenciación es sólo uno de los aspectos que Matthew Barney refiere en un simbólico y denso historial. Su visión cruza lo biológico con lo mitológico, estética y atletismo, lo maravilloso con lo weird. Borjk, te odio ...

3 comentarios:

COLMANA dijo...

I. El punto de partida de esta charla se inicia básicamente en un encuentro que tuve hace más de 10 años con la imagen de un objeto que cambiaría radicalmente mi concepción del arte.

Hasta ese momento, la historia del arte occidental para mi se acababa en Picasso -así de anacrónica era mi biblioteca virtual-. Hasta que un día, mientras recorría los pasillos de la mega-tienda Virgin Megastore en Buenos Aires, me topé de golpe con la portada de una publicación de Taschen sobre Marcel Duchamp. Era una fotografía de su famoso ready-made al que había titulado “Fuente” (un urinal de fabricación industrial puesto del revés).

Fue algo singular, pues al principio no lo había visto como lo que era en la realidad ordinaria y funcional, sino como el objeto extraño que “ya era” y que me interpelaba, removiendo lo más profundo de mis prejuicios con respecto a la representación; una señal que directamente marcó un profundo tajo en mi noción –modernista- del arte, y me abrió hacia las practicas artísticas más actuales.

Me sentí un poco como aquel primate de Odisea del Espacio que despierta de la noche de los tiempos, una mañana preliminar, hace doscientos mil años, para encontrarse con aquel extrañísimo objeto, que recuerda tanto a una escultura de la escuela minimalista.

No tengo idea si Kubrick estaba en contacto o no con aquel movimiento, que también surgía por aquella época, lo que sí creo es que, como todo genio, pudo captar el espíritu y la sensibilidad de su tiempo y trasladarlos eficazmente a su obra maestra.

La idea de unir estos dos acontecimientos (la aparición de la escultura minimalista y la película 2001) me surgió hace un par de semanas, cuando me invitaron a dar una charla para el taller de instalaciones del ISA. Me preguntaba, ¿Qué es lo que hay que decir o mostrar en un taller de instalaciones? ¿Funcionaría como un tradicional taller de esculturas? Pero, antes que nada, ¿qué es una instalación?

Entonces me acordé de esa primera escena de 2001, de los monos aproximándose al monolito, tocándolo presas de un terror y una fascinación inconmensurables.

Y es a ese punto al que intento llegar: Una obra maestra de arte contemporáneo, idealmente debería poder tocarnos como a esos monos, y en tal sentido, una instalación de arte contemporáneo, debería ser para el espectador, una odisea en el espacio.

Una de las críticas más agudas que le hicieron a la escultura minimalista de los 60, provino del crítico de arte Michael Fried, al plantear que este tipo de obras incorporaba el elemento de la teatralidad: al no poder existir por sí mismas, fuera de un contexto específico (el fin de la autonomía de las formas defendida por la Modernidad) y al necesitar el espectador de un tiempo para su identificación y comprensión como obras de arte.

(PROYECCIÓN DE LA PRIMERA ESCENA DE “2001: ODISEA DEL ESPACIO”)

II. Hacia el final de la película, cuando el astronauta, luego de un viaje a través de un agujero de gusano, llega a una supuesta dimensión desconocida, se encuentra, no ante el paisaje de otro planeta, como podría haber interpretado algún fantasioso director de cine de ciencia-ficción, no cae en esos facilismos del cine fantástico; tampoco se plantea una imposible representación de lo que podría ser un lugar fuera del lenguaje que conocemos (un “real extraterrestre”?). Kubrick y Arthur Clark (el guionista) hacen que el astronauta se encuentre confrontado a, nada mas y nada menos, el contexto de una realidad alterada, es decir. Lo que hace Kubrick es básicamente una operación de arte contemporáneo, es decir, parafraseando a Arthur Danto, una transfiguración del lugar común.

Cómo? convirtiendo un ordinario decorado estilo Luis XV (que roza lo kitsch) en un espacio alucinado, híper real.

Nuevamente podemos encontrar en esta escena algunos elementos propios del arte minimalista, esta vez relaciones formales con la obra de Dan Flavin, más precisamente con sus esculturas lumínicas a partir de tubos fluorescentes, pero también, yo al menos antecedentes de numerosas obras de arte contemporáneo, desde el Pop Art, hasta la actualidad.

(PROYECCIÓN DE LA ÚLTIMA ESCENA DE “2001: ODISEA DEL ESPACIO”)



III. De cualquier manera, el estreno de “2001: Una odisea del espacio” supuso no sólo la superación de la temática “fantasía espacial”, al quedar demostrado que aquel ámbito era también un lugar propicio para plantear algo más que simples aventuras espaciales. No solo “2001” se sale del esquema del relato de ciencia-ficción, sino que ingresaría directamente al de la ciencia-eventualidad. Pero, también me atrevo a afirmar, esta película inaugura el camino (en el cine) de la filosofía-ficción, es decir, del cine filosófico. Sus interrogantes sobre la existencia del ser humano, sobre nuestros orígenes y fines están presentes en toda la película


Justamente, veremos a continuación fragmentos de una obra multidisciplinaria de Matthew Barney, una de las estrellas del arte contemporáneo, cuya relación con 2001 se podría plantear al menos en términos estéticos y espaciales.


(PROYECCIÓN DE “CREMASTER 3” DE MATTHEW BARNEY)

Fredi Casco

COLMANA dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
COLMANA dijo...

GRACIAS FREDI KAFKO!